Allí está de nuevo, sentada sobre la misma roca de siempre contemplando el atardecer mientras sus cabellos rozan unas rosadas mejillas que piden a gritos caricias, al igual que su frágil cuerpo, necesitado de cuidados. Caminando por la orilla se acerca él, ese a quien ella ama en silencio y el que la observa en secreto cada día. Pocas veces cruzaron miradas, pero aún así los dos se aman desesperadamente sin ser conscientes de que el sentimiento poseido es mutuo.
Espera... creo que... sí, se ha girado, se ha girado y le ha visto sobre la arena, quieto, mirándola fijamente. Ahora se pone en pie sin apartar sus ojos de los de él. Sin decirse nada, se lo dicen todo. Él comienza a caminar hasta donde se encuentra ella y se detiene a pocos centímetros de sus labios. Respiran el mismo aire. Sienten como sus pulsaciones se aceleran. Intentan tocarse pero sin éxito, pues no se atreven ni a rozarse aún deseándolo. Quedan segundos para que él sol desaparezca por el horizonte..
Espera... creo que... sí, se ha girado, se ha girado y le ha visto sobre la arena, quieto, mirándola fijamente. Ahora se pone en pie sin apartar sus ojos de los de él. Sin decirse nada, se lo dicen todo. Él comienza a caminar hasta donde se encuentra ella y se detiene a pocos centímetros de sus labios. Respiran el mismo aire. Sienten como sus pulsaciones se aceleran. Intentan tocarse pero sin éxito, pues no se atreven ni a rozarse aún deseándolo. Quedan segundos para que él sol desaparezca por el horizonte..
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